Mes: noviembre 2016

Expedición contra los piratas malayos de Joló, 1876

 

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Durante la presencia española en Filipinas, particularmente a lo largo del s. XIX, el comercio estuvo seriamente condonado por la presencia de piratas en el archipiélago Joló, gobernado por un sultanato musulmán. Entre 1843 y 1848, la Armada tuvo que atacar la isla de Balanguingui, destruyendo 150 navíos, atacando y tomando fortalezas y liberando 550 personas secuestradas.El relato del ataque   realizado desde vapores fue realizado por el Teniente Coronel de Infantería del Ejercito Pio A de Pazos y Vela-Hidalgo.

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En 1876 el general Malcampo y Monje, acompañado del cronista Baltasar Giraudier, que realizó unos bocetos, realizó una expedición exitosa, que sería seguida de otras varias hasta 1896. Por otra parte, el escritor José Montero Vidal escribió ese mismo año un cuento titulado La Sultana de Joló.

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Combates navales en El Callao en el s. XIX

El Puerto de El Callao se encuentra en las proximidades de Lima y protagonizó varios de los últimos episodios de la presencia de tropas realistas en Perú hasta su definitiva incorporación a la República del Perú en 1826. Entretanto, la presencia de tropas realistas determinó varios ataques a las mismas que tuvo su reflejo en varias medallas, como la siguiente, frente al ataque de la flota chilena en 1819 y firmada por Dávalos.2708293.jpg

También fue objeto de ataques por parte de golpistas partidarios del general Bermúdez frente a Orbegoso, una vez consolidada la República en 1834.2708300.jpg

Y otras medallas de 1836 conmemoran el décimo aniversario de la toma de la fortaleza del puerto por parte de las tropas republicanas a las realistas.

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Precisamente estas medallas nos dan una muestra del aspecto de una de las defensas del puerto en los primeros momentos de la recién nacida República del Perú.

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Con todo y con ello, el muelle y dique quedó reformado en 1862, como señala la medalla precedente, de manera que nos situamos en 1866, el episodio más llamativo, mantenido entre la flota española y las fuerzas de distintas repúblicas iberoamericanas en el indicado puerto en el marco de la Guerra hispano-sudamericana o Primera guerra del Pacífico. La siguiente medalla de Wiener se refiere precisamente a la Alianza Americana formada inicialmente por Chile y Perú, a las que se añadirían más tarde Ecuador y Bolivia.

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La inmediatamente anterior es una medalla de distinción firmada por Gregorio Sellán y la que figura en segundo lugar, de 1898 recuerda los episodios de Trafalgar y El Callao por la Armada Española. El 2 de mayo de 1866 la Flota del Pacífico española encabezada por el acorazado Numancia, el primer buque de esta clase con bandera española, sostuvo un combate en el Puerto del Callao, con el grito de «mas vale honra sin buques que buques sin honra» pronunciado por su almirante Casto Méndez Núñez. Con unos antecedentes poco comprensibles el resultado ha sido discutido. Desde el punto de vista militar, tanto España como Perú se atribuyen la victoria. El hecho es que la escuadra española sufrió daños y las defensas del puerto un importante castigo. Sin embargo, desde un punto de vista más amplio, ambos bandos perdieron en capacidad de entenderse en una acción estéril para ambos y a la conclusión de la contienda todos los contendientes se encontraban en una crisis económica.

La medalla siguiente responde a la inauguración en 1892 del monumento al almirante español con escultura en bronce de Agustín Querol en Vigo, actualmente en la Plaza de Compostela de Vigo, su cuidad natal.

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La próxima conmemora el fallecimiento del almirante y está firmada por J. Esteban Lozano.

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Con posterioridad al combate, el puerto se reconstruyó y se le dotó de ferrocarril. En la primera se muestra la dársena y el malecón 1870.

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La segunda, del mismo año y firmada por Bryant, informa de la construcción de ferrocarril, precisamente con intervención de Malinowski, coleccionista e historiador de la numismática peruana.

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El sistema penitenciario del s. XIX

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La Penitenciaría de Lima se construyó entre 1856 y 1662, como reflejan estas medallas, dentro de una tendencia más humanizada del sistema penitenciario de su época, semejantes a las que se venían construyendo en Europa y Estados Unidos. Y al igual que conocemos otras medallas europeas, con el plano o la fachada de la institución inaugurada.

En España, estas prisiones modernas con inspiración en los modelos de Bentham las encontramos en las denominadas Modelo en Madrid (1884) y Barcelona (1904). La ciencia penitenciaria se transforma en esta época gracias a una excelente jurista: Concepción Arenal (1820-1893). Esta relevante autora, con gran influencia en los ambientes políticos y jurídicos de la época fue visitadora de prisiones y en esa condición muy crítica con un modelo penitenciario que no podía agotarse con unos edificios que mejoraran la dignidad de los internos. De hecho, en 1879, la prisión coruñesa se desplomó, matando e hiriendo a diversos presos. El interior de las prisiones era, en los términos empleados por la autora, depravado y en modo alguno contribuía a recuperar a las personas que se encontraban dentro, mezclados, los que cumplían penas severas con los provisionales, con un régimen jurídico inaceptable antes de 1882. Los funcionarios estaban mal formados y eran corruptos, dados a permitir la salida de los presos a hacer su vida por la cuidad a cambio de dinero o a exigirles favores. La autora describió en 1878 como había 93 causas abiertas contra los funcionarios por delitos de estafa, lesiones, exacciones ilegales e infidelidad en la custodia de presos. Ese año, los cinco jefes de la prisión de Madrid habían sido procesados: «si así es en Madrid ¿qué pasará en provincias?», se preguntaba a la vez que se quejaba que para ser director bastaba ser torero (sic).

En el interior, el ambiente era deplorable, con presos de favor como el cabo de vara, que sirve de nombre a una película de 1978 cuyo rodaje en Alcalá me dejó impresionado.

El teólogo alemán afincado en Madrid Federico Fliedner (1845-1901) describe una estrambótica situación al ser detenido por no llevar la documentación. La descripción de las cárceles y sus habitantes no deja lugar a la duda. El relato, recogido con vergüenza por Concepción Arenal, generó un conflicto diplomático entre Alemania y España:

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La derivación del latín hacia las lenguas vulgares en la moneda medieval

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Con motivo de un encuentro numismático en Vigo, una estudiosa alemana manifestó su interés en encontrar vestigios del castellano en la moneda medieval, una materia huérfana de estudios.

En la Edad Media leonesa y castellana las emisiones monteares iniciadas en 1087 se producen en latín en ocasiones imperfecto sea por el escaso espacio para escribir utilizando una técnica que evoluciona con el tiempo, sea por un uso poco uniforme o deficiente de esta lengua. Así, en el s. XII los nombres de los reyes, expresados normalmente en nominativo, varían. Por ejemplo, Alfonso se escribe ANFUS; ADEFONSUS, ALFONSUS, ILDEFONS, ANFUS o ANVOS. De la misma manera, no faltan terminaciones de referencias a ciudades en el primer período de emisiones leonesas y castellanas que implican un defectuoso empleo del latín o con variedades extrañas. Por ejemplo y en relación a Toledo, se usa TOLETUM, TOLETUO, TOLETA, TOLETAS o TOLETO,  en relación a León, se menciona LEGIONENSIS; LEGIONENSES o LEO, y en relación a Segovia se usa SUCOVIA o SECOVIA.

Algunos usos son reflejo de un mal uso del latín, como cuando a la reina Urraca se le denomina REXA en lugar de regina.

Uno de los usos más curiosos lo encontramos con presencia de influencia del árabe en la expresión TOLETULA de un dinero de Alfonso VII próximo a 1125 que no es sino una derivación del genitivo  arábigo de Toledo (Tolaitula), como leemos en el siguiente ejemplar, en su momento perteneciente a Hungtinton, con foto de Vico.

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Sin embargo, lo llamativo de la blanca o seisén toledano de Enrique III que encabeza esta entrada, acuñado en torno a 1400 en la ciudad coruñesa supone una interesante derivación del latín más próximo del uso de las lenguas vulgares. La leyenda en el anverso es E LEGIONES E DE TOLED. La conjunción et está incompleta y en lugar de acudir al genitivo para aludir a la ciudad de Toledo, se acude a la preposición de seguida de una forma castellana de mencionar a Toledo por el empleo de la letra d en lugar de la letra t. Prudente o inconscientemente, la leyenda no tiene terminación. Además, en lugar de realizar el genitivo de legionis con i lo hace con e.

Será preciso esperar al siglo XVI para ver una moneda enteramente escrita e castellano, precisamente en el tiempo en que esta lengua se puede denominar culta. En el siguiente cuartillo de Felipe II, acuñado con el ensayo de Sebastián Vázquez en Coruña, entre 1575 y 1585, una moneda con leyenda DON PHELIPPE II REI DE ESPANA que se reproduce en el mejor catálogo de la moneda del período, el de Jarabo-Sanauja.

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